El costado solidario del piquete


Sí, ya sé... El título suena algo irónico. Sin embargo, no lo es.

En la calle se escuchan miles de comentarios, muy distintos unos a otros: "se meten con Crishtina porque es mujer y claaaaaro, nadie se banca que una mujer sea presidenta" -palabras más, palabras menos, esto dijo una señora jubilada el sábado a la mañana-; "esta mujer (Crishtina) ya no se mete solamente con el campo; se está metiendo con todos los argentinos" -opinión de una mujer que participó en el cacerolazo que se realizó el sábado a la tarde en la Plaza Independencia-; "los camioneros que cortan las rutas son todos negros. Por eso prefiero venir a la plaza para mostrar mi apoyo al campo" - comentario de un joven muy bien vestido con camisa, chaleco y botas de carpincho, ja-.
Ayer a la tarde me tocó, por primera vez, cubrir un corte de ruta. Después de haber escuchado tantas cosas, esperaba encontrarme con cientos de hombres formados en fila atràs de una rastra cañera impidiendo el paso de camiones y con mucha cara de malos. Pero cuando llegué al corte que está en la ruta 9, a la altura de Los Puestos, el paisaje era diferente: era de noche y hacía mucho frío. Sí había una rastra cañera a lo ancho de la ruta, pero no había ningún señor con cara de malo al lado. A lo lejos se veía una fogata, por lo que decidí caminar hasta allí. Cuando arribé, me di cuenta de que la fogata era, en realidad, una goma prendida fuego. Y las personas que estaban alrededor tampoco tenían caras de malos. Habían grandes y chicos, todos calentándose al calor de la llama. "Una consulta: ¿tienen agua caliente para que una familia, que quedó atascada en el corte, pueda tomar mate?", pregunté. "Claro que sí, señorita. Dígales que vengan. Aquí les damos agua caliente y, además, cocinamos la cena para que las personas que tienen que pasar la noche acá tengan comida caliente", respondió un señor.

Yo sé que los derechos de unos terminan donde empiezan los de los demás. Sé, también, que a mí ni a nadie le gustaría tener que dormir incómodos en el asiento de un camión, en medio de la nada, muertos de frío, esperando a que a un par de "locos" -como les dicen en la calle también- se les ocurra levantar un corte de ruta.
Pero vale resaltar algo: hasta ahora, no escuché a nadie que haya contado que estos hombres por lo menos tienen algo de consideración con las víctimas de sus piquetes y les dan almuerzo y cena, agua caliente y todo lo que está a su alcance para que la espera no se haga más tediosa.
Cumplí con mi objetivo. Les conté lo que vi. Este episodio cambió mi forma de ver los cortes. Ustedes vean si les pasa lo mismo.

1 curiosearon por acá:



Sebastián Nadal dijo...

¿Cómo anda Sra? Encontré tu blog sin buscarlo, je. Si te vale la opinión, me pareció muy bueno hasta ahora. Es una mezcla entre cosas tuyas y cositas de periodismo. Más o menos así, ¿no?
Este post, en particular, me gustó mucho. Las impresiones que uno suma al hacer una nota, y que no entraron entre las líneas escritas, son las mejores.
Un abrazo.