Nada complejas...


El lo planteó como una simple cuestión de lógica:

- Las mujeres son complejas
- Vos sos mujer, por lo tanto, sos compleja

Fue un baldazo de agua fría. Nunca nadie lo (o me) había explicado tan bien. Hasta aclaró que no utilizaba el adjetivo "complicada" (típico de los hombres cuando se refieren a nosotras), porque le parecía que tenía una connotación peyorativa que no se correspondía con lo que él quería decir.
No me enojé. Tampoco me ofendí. Pero esas frases todavía retumban en mi cabeza. ¿Cómo pretenden que seamos de otra manera? ¿No es eso acaso lo que nos hace interesantes? Cuando ellos esperan que digamos que sí, les decimos que no; aunque tenemos antojo de tomar un enorme helado, nos conformamos con una ensalada -para no engordar, vio?-. Cuando otras usan una pollera bieeeen cortita, les decimos gatos; pero si la usamos nosotras o alguna de nuestras amigas, es lo que está de moda. Cuando un chico nos busca demasiado, no lo toleramos; si no nos da bola, nos desesperamos. Si me gusta un chico, trato de no mostrárselo... Sin embargo, termino siendo tan evidente, que bajo los brazos y renuncio a la conquista, por miedo a que se de cuenta de mi intención.

¿Complejas? Nooo... Todo depende cómo se nos mire.

¿Periodista?


El domingo fue el día del periodista. Como lo hago desde 2006 (año en que empecé a "ejercer la profesión" en un medio), lo festejé. Pero, a diferencia de las veces anteriores, actualmente no estoy trabajando en un diario, en una radio y mucho menos en la tele.Cuando me invitaron a celebrarlo, me negué a hacerlo. "Por qué ir, si no soy periodista", dije. "Vos sos periodista trabajando o no en un medio", me respondieron. Finalmente, decidí participar de la fiesta, pero no estaba (ni estoy) muy convencida de ir (haber ido).Desde entonces, me da vueltas en la cabeza una gran pregunta: ¿soy periodista?. O en todo caso, ¿qué implica ser periodista? ¿Es obligatorio trabajar en un medio para serlo? ¿Es algo que se lleva en la sangre? ¿Es una suerte de actitud ante la vida? ¿Se siente? ¿Se vive? ¿Se experimenta? Creo que todos los que alguna vez vivimos en una redacción o jugamos a ser periodistas, nos hicimos las mismas preguntas. Incluso Tomás Eloy Martínez ensayó una respuesta cuando recibió el premio Ortega y Gasset, mas no llena ninguno de los espacios vacíos que el 7 de junio abrió en mi cabeza. Bah, hasta ahora, ni yo ni nadie elaboró una respuesta convincente y satisfactoria -a mi criterio- para esos miles de interrogantes.

¿Alguien lo hará algún día?

Verlo o no verlo...



"¿Quiero verlo?", me pregunté. La última vez que se me presentó esa duda, sólo había lugar para una respuesta: sí, quiero verlo. Quería verlo. Y así lo hice.


Hace cuánto...¿un mes, dos quizás? fue la última vez que nos encontramos. Por obra de la casualidad y por culpa del destino, compartimos no más que media hora. El bermuda que vestía indicaba que todavía no había pasado por esa especie de "rito iniciático masculino" que los obliga a ellos a usar pantalón largo. "Sigue siendo un niño", pensé y me reí por dentro. "¿Te gusta mi look?", me preguntó. "Sí", respondí con seguridad. Pero la verdad era que no, no me gustaba para nada. De todos modos, no me importaba. Era él, y eso era más que suficiente para que una sonrisa inundara mi rostro.
Tres palabras, dos abrazos y un beso después, ya no estaba.
Una semana después se fue de viaje por el mundo y desapareció. Ni un mensaje; mucho menos, una llamada. Me acostumbré tanto a su ausencia que lo que en un principio era abstinencia, ahora es una respuesta: no quiero verlo...
... hasta un próximo encuentro.