Qué ganas de no verte ¿nunca más?



Permítanme discrepar con la señora Valeria Lynch. ¿No verte nunca más? ¡Todo lo contrario! Qué ganas de verte después de que todo se terminó. Qué ganas de verte en el centro, en el shopping o en un boliche. Qué ganas de que me veas muchas veces más y que notes lo espléndida que estoy sin tenerte a mi lado; lo bien que me sienta la soltería; lo deslumbrante de mi sonrisa, que ya no tiene tu nombre como inspiración.
Qué ganas de verte muchas veces más, para que te des cuenta que mi vida no se terminó el día que dejaste de contestar el teléfono. Para que lamentes, como hoy, el haber renunciado a mi.
Qué ganas de verte mucho más.

Hecha la linda



"Hacete la linda. Eso siempre funciona", me aconsejaron al principio. Más tarde, después de escuchar toda la historia, cambiaron de opinión: "¿Y si le decís que te gusta?", sugirieron. La tercera opción era esperar hasta un próximo encuentro y, si se daba la oportunidad, plantearle que podríamos vernos más seguido.
Todas las alternativas, desde mi punto de vista, conducían al mismo lugar: un rechazo asegurado. "Pero, ¿por qué te va a rechazar, si es evidente que tiene onda?", me preguntaban una y otra vez. Y la verdad es que no sé por qué. ¿Será pánico a asumir algún tipo de compromiso con otra persona que no sea él? ¿Será que prefiere salir con otras chicas? Y si es así, ¿por qué me sigue buscando cada vez que nos vemos? Y si le gusto, ¿por qué desaparece después de cada beso?
Son demasiadas preguntas sobre una sola persona. Que se haga cargo y las responda él.