¿Estaré vieja?

¿Te acordás cuando te despertabas a las 7 de la mañana para ir a la Facultad; te pasabas todo el día de clase en clase; no dormías la siesta, y aún así salías a bailar hasta la madrugada, y volvías a tu casa caminando bajo los rayos del sol?
Hoy, cuatro años más tarde, vivir una jornada así sería una utopía sencillamente irrealizable.
Te levantás a las 7. Sí, eso no cambió. Pero tu cara ahora tiene ojeras, y cuando suena el despertador, tu cuerpo no hace más que buscar cientos de poses nuevas para permanecer cinco minutos más entre las sábanas.
De ir a clases, ni hablar. Ya superaste esa etapa, y ahora tus ataques de responsabilidad se muestran en el trabajo. Salís a las 18, con menos pilas que cuando abandonaste tu cama. Perdés cinco minutos de siesta caminando hasta la parada de colectivos; con suerte, 15 minutos más hasta que llega el colectivo indicado, y 40 minutos parada en el ómnibus hasta que llegás a la parada más cercana a tu casa.
Abrís la puerta y mirás el reloj. Aunque apenas pasaron unos minutos de las 19, vos pensás "Qué voy a salir, si ya son casi las 20".
Te ponés el pijama, buscás un chocolate o un helado (según sea invierno o verano), te acostás a ver tele y te despedís del mundo hasta el sábado.
Antes de cerrar los ojos, pensás: "¿Acaso estaré vieja?". Apagás la tele, te tapás y, sin prólogo alguno, te desmayás.

1 curiosearon por acá:



Lucía dijo...

Las ganas mutantes de disfrutar la esencia de otras cosas... Suele pasar.

Me gustó tu blog.
Saludos.