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Ayer me subí (o mejor dicho, bajé) por primera vez a un subte. Primer pensamiento: qué calor, por Dios. Se notaba que había descendido de la superficie terrestre y que estaba un poquito más cerca del infierno, porque parecía que todo el mundo se quemaba ahí adentro.
Este tren que nos rasca la planta de los pies resultó ser un bicho bastante impersonal. En realidad aún no logré descubrir si el bicho es impersonal o si las personas son tan individualistas que ni se miran la cara cuando suben y bajan las escaleras, ni mientras viajan.
Lo positivo es que descubrí para qué fueron inventados los reproductores de MP3, los celulares con MP3 y los Ipod: para viajar en subte!!! El ruidito que hace la cosa esta al recorrer las vías es tan escalofriante, que no hay nada mejor que una buena música para evitarlo.
Por ser mi primera vez, elegí un asiento que estaba casi al final del vagón, por lo que podía ver lo que ocurría en el que seguía. Horror. Espanto. Una telita gris (según mi ignorancia) unía uno con otro, y cada dos por tres parecía que se iban a separar. Yo sé que no es habitual leer en los diarios que hubo un accidente en el subte, pero siempre hay una primera vez para todo!
Primera estación. Segunda estación. Tercera estación. Cuarta y bajada. En menos de 10 minutos llegué a un destino que, de acuerdo con la Guía T, quedaba por lo menos a un mapita de distancia.
Qué buenos son los subtes, no?
Entre el calor, la telita gris, los MP3 y las paradas, ni me acordé de él.

2 curiosearon por acá:



James Barrie dijo...

Recuerdo que me pegaba cada perdida en esos bichos que van por debajo de la tierra. Creo que "Metrovias" se llamaba la empresa en aquel momento, no sé ahora, tampoco me interesa. A diferencia de tu situación, yo anduve por cercanías del infierno en invierno, así que las brasas de satán no quemaban demasiado...

En fin, saludos.

pollo dijo...

Es como un rasgo común de los porteños eso de no mirarse a la cara, como que andan todo el tiempo a mil y como dijo Charly: "esos subtes que van a mil, sólo el viento te harán sentir". En fin, volviendo a eso de la impersonalidad, supongo que es propio de las grandes urbes (o ubres?), no como nosotros que vivimos como en un pueblo grande, entonces vamos culiyando para ver a quien nos encontramos por ahí, quizas buscando la escusa para tomar un porrón, un café o para no hacer lo que deberiamos hacer. Un abrazo niña