Hablemos de excusas



Que levante la mano quién odia las excusas. Y que levante la mano, ahora, quien nunca haya justificado algo con una. ¿Lo hicieron en las dos oportunidades?
Ahora bien: si las odiamos, se supone que no deberíamos recurrir a ellas cuando queremos safar de cualquier manera y bajo cualquier circunstancia de un episodio/evento/compromiso incómodo. Pero habitualmente no encontramos otra forma de evadir esta situación. ¿Será por falta de inteligencia? ¿Será hipocresía colectiva y socialmente aceptada?
La verdad, todavía no encuentro una explicación y no tengo tiempo para seguir buscándola porque tengo que tejer una bufanda. Si a ustedes se les ocurre algo mejor, son libres de comentar.

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