virtual.
real1.
A ver si, después de esta brevísima introducción, nos (me) ponemos (pongo) de acuerdo: me saludó por el chat de Facebook. Es verdad, es poco frecuente que lo haga. Hace unos meses, además, me mandó un mensaje de texto.
Después descubrió que yo tenía whatsapp, y me lo comunicó por ese medio. Su mensajito decía "Hola!" y tenía una carita feliz. Ojo, no a cualquiera se le envía una carita feliz.
Ni les cuento cuando retwitteó la foto que subí. Y ayer, justamente ayer, faveó el enlace que posteé sobre "Cómo hacer feliz a una mujer". Y él favea muy pocos twitts. A eso sí lo puedo asegurar.
También me contactó por LinkedIn, y me pidió que lo recomendara. Y, por lo que vi, tiene muy pocos contactos y abrió su cuenta hace bastante, así que puedo concluir -tranquilamente- que me buscó especialmente para profundizar sobre mi perfil profesional.
"¿Tendrá onda conmigo?", les pregunté a mis amigas cuando concluí la narración que acabo de compartir con ustedes. "¡Obvio que sí! Se re nota", me contestaron. "Pero nunca me invitó a salir, ni me llamó por teléfono", retruqué. "Ay, una llamada y un mensajito es lo mismo", insistieron. Pero no. No es lo mismo.
Lo virtual es aparente. Lo real tiene una existencia verdadera y efectiva. Lo virtual me convence porque así lo quiero yo. Lo real me decepciona, porque así lo quiere él.
Te propongo que dejemos lo virtual de lado, y elijamos lo real. ¿Qué decís?
1 curiosearon por acá:
Totalmente de acuerdo. Son dos vidas distintas.
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