Silencios

"Me gusta cuando callas porque estás como ausente", escribió Pablo Neruda. Esta frase tan repetida, tan escuchada, tan gastada, merece ser reformulada según mi experiencia -y con el debido respeto que el maestro Neruda me merece-.
Comenzaría anteponiendo un No. No me gusta cuando callas. ¿A quién le gusta el silencio? ¿Quién es feliz sin la respuesta a esa pregunta que tanto le costó formular?
Segunda modificación: no estás como ausente. Más bien, estás ausente. De otra forma, sería imposible explicar por qué elegís no acusar recibo y llenar mi cabeza de silencios. Silencios que se transforman en vacíos. Vacíos que se convierten en preguntas. Preguntas que reciben respuestas formuladas por mí. Respuestas formuladas por mí que, a decir verdad, deberían ser tuyas. Y que no lo son, porque callaste. Por eso puedo afirmar que No me gusta cuando callas porque, definitivamente, estás ausente.