Hablemos de excusas



Que levante la mano quién odia las excusas. Y que levante la mano, ahora, quien nunca haya justificado algo con una. ¿Lo hicieron en las dos oportunidades?
Ahora bien: si las odiamos, se supone que no deberíamos recurrir a ellas cuando queremos safar de cualquier manera y bajo cualquier circunstancia de un episodio/evento/compromiso incómodo. Pero habitualmente no encontramos otra forma de evadir esta situación. ¿Será por falta de inteligencia? ¿Será hipocresía colectiva y socialmente aceptada?
La verdad, todavía no encuentro una explicación y no tengo tiempo para seguir buscándola porque tengo que tejer una bufanda. Si a ustedes se les ocurre algo mejor, son libres de comentar.

Mejor sola que no acompañada



La soledad es un estado del alma que uno elige. De eso estoy convencida. Porque una cosa es estar sola, y otra muy diferente es no estar acompañada.
Deben estar preguntándose "de qué habla esta mina, si son la misma cosa". Yo pensaba lo mismo. Pero hoy puedo decirles que estaba equivocada.
Levantarte un chico una noche es una cuestión de actitud. Para eso una invierte horas de preparación física (eligiendo vestuario, peinado y maquillaje) y mental (aunque esto sea inconsciente). Lo opuesto ocurre cuando uno no levanta ni sospechas: no gastaste ni un segundo probándote otra ropa, y mucho menos peinándote de una manera diferente. Esto es una elección y, de alguna forma, también manifiesta una actitud.
Yo elijo estar sola antes que no acompañada. Porque lo primero tiene que ver con un proceso interior. Lo segundo, en cambio, demuestra que no podés construir tu vida por vos misma. Y eso es algo para lo que nunca debemos darnos licencia.